lunes, 13 de diciembre de 2010

Justo Sierra Frente a la Secretaria de Instrucción Pública y Bellas Artes

En el marco de referencias descrito, se inicia la gestión de Justo Sierra como secretario de Instrucción Pública y bellas Artes. En cumplimiento de la Ley de 1905, se creaba la nueva Secretaria, le tocaba emprender la ardua tarea de imprimir a la educación pública del país un profundo sentido de servicio popular.
Los criterios pedagógicos de 1905 eran el fruto de la intensa labor del Consejo en el cuatrienio anterior, producto, a su vez, de la reforma educativa de los congresos de Baranda, sólo que reducidos ya a formulas de aplicación práctica por el equipo de educadores reunido en torno del propio Sierra, bajo los auspicios de Justino Fernández. Se disponía de programas, métodos, libros de texto y modos de organización elaborados o seleccionados por los pedagogos más competentes del país.
se contaba, además, con el personal docente preparado en las escuelas normales para la atención de la educación primaria del distrito federal y los territorios, y con esfuerzos similares en todos los estados de la federación. En cuanto a las escuelas preparatorias, profesionales o especiales, estaban en operación, en toda la república, los acuerdos del segundo congreso nacional de instrucción (1890-1891). Ampliamente difundida por Baranda. Pocos a premios didácticos, pero muchos de orden filosófico y político, preocupaban a los maestros de alto nivel. 
En lo didáctico se limitaba el empleo del método experimental en la enseñanza de las ciencias naturales, y del método objetivo de otras disciplinas. 
fueron muchos lo logros que logro que obtuvo Justo Sierra frente a la Secretaria de Instrucción Pública y Bellas Artes, pero su principal logro fue el proyectar una educación de calidad que llegara a todos los rincones del país. 

La Personalidad de Justo Sierra

Justo Sierra, personalidad vigorosa y poliédrica, señoreaba la escena pública de su tiempo con extraordinario brillo y notable solidez. No era el ministro más poderoso, pero sí el más espectacular: historiador, maestro, periodista, tribuno, filósofo y poeta; cubría todos los campos con una gallardía que le conquistó rápidamente la atención de sus contemporáneos, y a posteriores, la del porvenir. Abogado desde 1871, había ocupado cargos importantes en el poder judicial, incluso el de ministro de la Suprema Corte; político sagaz y orador impetuoso, desempeñó un papel relevante en la tribuna parlamentaria.
Profundamente interesado en los problemas de la educación, tuvo una actuación destacada en los Congresos Nacionales de Instrucción; colaboro con Baranda y con Fernández en la Secretaria de Instrucción Pública; ejerció el magisterio en los más altos niveles del plan educativo; y colaboro con Barreda como catedrático de la Escuela Nacional Preparatoria. Miembro de sociedades científicas y literarias, dio su contribución de trabajo a las mejores causas del progreso y la cultura. Profesó la filosofía positiva y combatió por ella desde su aparición en el país, luego participó en los debates que la fueron ubicando como fuerza política. En 1908 se enrolo en esta corriente de pensamiento y en 1910 propicio los trabajos del ateneo de la juventud. Le toca explicar esta doctrina a los políticos del gobierno, convertirlas en una corriente política; proclamo el papel de la ciencia como factor del bienestar del  pueblo; y es posible que de estos intentos se derive el mote de científicos, adjudicados a los amigos políticos de Limantour.  
Justo Sierra fue y no fue uno de los científicos, como Justino Fernández, contó con el apoyo del dictador para mantenerse a cierta distancia de la política militante. Sostuvo el contenido liberal de la educación pública y el uso de libros de texto de clara ideología liberal. Incluso fue autor de libros liberales, tales como la Historia patria, para las escuelas primarias, la historia general, destinada a la preparatoria. 

Lo anterior fue lo que ayudo a Justo Sierra a llegar a estar frente a la Secretaria y su personalidad fue un gran factor que propicio el comienzo de este gran proyecto llamado Obra Educativa de México. 

Justino Fernandez y La Instrucción Pública


En la búsqueda laboriosa del hombre clave, se detuvo don Justino Fernández, director de la Escuela de Jurisprudencia; hombre aceptable entre los científicos y no objetado por los viejos liberales. Apenas nombrado, propuso la creación  de una subsecretaria de instrucción publica, y para ello propuso a don justo sierra, paisano, amigo y colaborador de Baranda, pero bien visto en los círculos de Limantour.


la designación del nuevo ministro era muy importante para el dictador, porque en 1901 iniciaba su quinto periodo consecutivo de gobierno en medio de una creciente inquietud por sustituirlo, inquietud que se contaba entre los mayores atrevimientos de sus enemigos , y las peores acechanzas de sus propios amigos.
desde este momento crucial, justo sierra tuvo una creciente influencia en el ramo de instrucción publica; ya entonces había empezado a alejarse de una  concepción rígida y estrecha del positivismo barrediano, y renovaba la obra educativa de Baranda capitalizando en favor de una fecunda iniciativa de reformas y creaciones, que fue la característica dominante de aquella década, la ultima del porfiriato.

Don Justino Fernández vio claro, en la personalidad de Justo Sierra, que el era el indicado para estar  frente de la Secretaria de Instrucción Pública. considerando la situación por la cual el país atravesaba en la época del porfiriato. era necesario buscar un sustituto que estuviera a cargo de la secretaria y tenían que buscar a la persona indicada, que lograra simpatizar con la mayoría ,y simpatizar con la mayoría fue lo que lo llevo a estar a a cargo de la Secretaria de Instrucción Pública y ahí comenzó lo importante de su gestión a cargo de esta secretaria por la cual propondría grandes beneficios enfocados a lograr una instrucción pública de calidad.